SEGUNDO DISCURSO ORATORIA: El Año nuevo Huarpe y la Lucha por la identidad
Hoy
vengo a contarles una experiencia que viví el pasado Sabado 25 de agosto. Era
el día de San Luis. Sin embargo, se da la paradoja de que mi experiencia no
ocurrió en San Luis, aunque sí tiene que ver con los orígenes de esta tierra.
El
25 de agosto a la tarde concurrí con un pequeño grupo de personas, a la
celebración del AÑO NUEVO HUARPE.
Esta
celebración tuvo lugar desde el 24 al 26 de agosto, en una zona cerca de Encon,
pero que pertenece a la provincia de Mendoza (un lugar fronterizo entre San
Luis, Mendoza y San Juan).
Habíamos
sido invitados por el cacique huarpe MIGUEL GIL HUAQUINCHAI. El fue quien
celebró el acto, CON SU SEÑORA, y sus pequeños hijos. También estaban presentes
varias autoridades huarpes.
Llegamos
a las 19 hs, cuando se estaba poniendo el sol. Había personas con ponchos de
todos los colores. Mujeres y hombres, jóvenes y de mediana edad. Varios de
ellos eran invitados como nosotros. Reconocimos a muchos de San Luis,
particularmente de la Universidad Nacional. Algunos actuaban como si no
conocieran nada, y otros, como si fuera ya la segunda o tercera vez que
estuvieran allí. Había expectación en el
aire. Se escuchaban los sonidos de ruidosas
catas desde arriba de un alto eucaliptu que hacía de vigía de toda la zona,
arenosa, blanca, seca, con espinillos bajos y cargosos, que se empeñaban en
pegarse en los flecos de los ponchos.
En
ese momento, rápidamente, nos pusieron en varias filas. La intención era que las parejas estuvieran en dos hileras
paralelas pero que coincidieran, y que se hiciera honor a la existencia de la
pareja, del amor, la familia, y los
frutos de la familia, los niños.
Se
comenzó despidiendo el sol y realizando
cantos que pedían protección para todos. Se destacó que en la cosmovisión Huarpe
no existen “deidades fijas” pero se pide la protección de los elementos de la
naturaleza: Tierra, agua, viento. Justo
en ese momento, el sol se ponía, y todo el grupo se dio vuelta y se le cantó
una canción especial de despedida, acompañados del ladrido de perros alegres y
anhelantes que habían sido atados para no molestar a los recién llegados.
Se
repetían mantras de protección, en español y en huarpe. El cacique Gil Huaquinchai destacó que,
quienes se acercan a su cultura, deben hacerlo con mucho respeto… Como quien se
acerca a la casa ajena y a los hijos ajenos: siempre hacerlo de puntillas, con
reverencia, por la vida y por el bien de
esa otra familia. Todo el tiempo, el
cacique Gil Huaquinchai tenía alzado uno de sus hijos, junto con su señora, la
cual cantaba sones encantadores que
debían ser repetidos por los presentes, uniéndose en un solo momento
espiritual.
Recorrimos
el terreno por diversas partes. Primero, la despedida del sol. Luego, la
caminata de dos en dos, mujeres de un lado, y hombres del otro. Se llegó a un
árbol muy antiguo, y por turnos se lo rodeaba y tocaba, buscando y pidiendo
protección de las fuerzas de la naturaleza para todos. Luego se pasaba a un
momento donde se prendió fuego en un claro (alejado de todos los otros árboles,
para impedir el incendio). Allí, se entonaron diversos cantos, acompañados con
tambores pequeños, y luego se repetían
palabras como “teka, teka, teka”, con
cada uno de los pasos sobre el piso, con fuerza, y se pedía “protege la vida en la tierra”,
“protege la vida en el agua”. Se
repetía mucho también la palabra “Cucuyyyyyy”, que según el caso significaría “por favor”, “amigo”, “saludo”,
“paz”. Luego se hacía una “danza de
alegría”, donde luego de danzar el hombre tiene que quedar en el suelo,
arrodillado, y la mujer danzar a su alrededor. El fuego crepitaba y daba
calor. En ese momento se podía sentir
una especie de embriaguez, a pesar de que no habíamos tomado ningún líquido.
Luego
se pasó a una zona de RETAMOS o
UNQUILLOS muy viejos. Se tenía que tocar
el retamo y pedir por la salud, y porque nos “limpiara” de enfermedades. Aparentemente la oración en el Retamo
implicaba orar por el agua, y en especial, por la vida en el agua.
En
otra parte, la pareja tenía que pasar por pequeñas rotondas, donde el hombre
iba a la izquierda y la mujer a la derecha. Cuando se encontraban, debían
abrazarse. Luego caminar mirándose los ojos, en una especie de promesa de amor
y comprensión para lo futuro.
Posteriormente
se terminaba en una zona donde había un corral de cabras que no cesaban de
gritar. Sus gritos alegres,
interpelantes, se mezclaban con las voces del cacique Huaquinchai como si no lo
quisieran dejar terminar.
En
realidad, el “Nuevo Año Huarpe” TERMINABA EL DÍA POSTERIOR, es decir el día 26
de agosto a las 7.30 cuando salía el sol. Huaquinchai nos invitó a todos a
concurrir nuevamente, a saludar al sol, mirando el Este, cosa que harían sólo
algunos, los que se quedaban en sus tiendas hasta el día siguiente.
El
cacique Gil Huaquinchai destacó que para ellos lo más importante son sus
niños, a sus hijos, frutos de sus partos
en comunidad, donde en los últimos tres pujos se descubre realmente cuál es el
nombre del niño. Sus niños son
importantes porque son el futuro de los Huarpes, son la prueba clave de su recuperación de
identidad. También afirmó muy enfáticamente
que los Huarpes son una realidad, y que se están recuperando y redescubriendo
cada vez más.
Ese
lugar, tan mágico, queda en el punto medio entre las tres provincias, y allí
vive esta comunidad huarpe, Huaquinchai,
en el desvío PINKANTA. Un lugar pequeño, desconocido,
bautizado en polvo blanco y espinos.
Una vez al año, festejan este AÑO NUEVO HUARPE. Creo que es para no perdérselo. Que el año
que viene nos encuentre, todos en Encon.
Por otro año de vida.
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