Historia de "Nuestra Negrita"

 Historia de nuestra “Negrita”.
 

Nuestra gatita llamada “Negra” llegó a nuestra casa en San Luis, allá por el año 2005. Se acuerda bien de ese momento,  uno de nuestros hijos, Francisco, y  dice que era muy chiquita cuando llegó.

Como un año después,  como no alcanzamos a castrarla,  tuvo como cinco o seis gatitos.   Los tenía adentro de un ropero primero y luego los mudó adentro de otro ropero, en el baño. Recuerdo como los lamía uno por uno,  y luego los tapaba con la patita, como protegiéndolos. Los miraba con un amor infinito. Cuando crecieron y pudieron destetarse, los fuimos colocando en diversas casas, así que en algun lugar de la ciudad hay hijos y nietos de la Negrita.
Luego de esa época de los gatitos, la llevamos a castrar.




Era muy pacífica,  casi no maullaba (sólo lo hizo luego, a la vejez). Le encantaba ponerse al lado de alguien que estuviera estudiando,  se subía a la mesa de estudio o se  ponía al lado, en una silla,  y nos acompañaba.




Cuando por alguna razón (como por ejemplo, en vacaciones) nos íbamos, la dejábamos al cuidado de alguien, pero ella se vengaba haciendo lo suyo en la cama nuestra, particularmente en la cama mía, de la “mamá”.  Era su mensaje de reproche, de “por qué se fueron…”

Más o menos en 2019 vino a nuestra casa otra gatita, de color gris atigrado,  y le pusimos “Laucha” porque se mueve mucho, como una Laucha. La Laucha es muy territorial, y echó a todos otros animalitos (particularmente otra gata que pasó por casa,  y “fue nuestra”, se llamaba "La Mocha". La llevamos a castrar y todo,  pero luego se fue al vecino, posiblemente por culpa de Laucha).  






Laucha se llevaba "más o menos" con la Negrita, pero sabía que la Negra era la dueña, la que estaba antes, así que no la echó o no pudo echarla. Se llevaban más o menos bien, y  a veces dormían juntas. Cuando bajaban a la mañana había que darles de comer por separado. Laucha la lamía a la Negrita en la cabeza, y  la Negra la aguantaba un rato, hasta que luego le hacía “hzzzzzz”  para que se fuera y la dejara en paz.  Tal vez al lamerla era que la quería, y así le demostraba amor. O no,  no sé…









Una vez por 2016  la Negra tuvo sarna. Se dio cuenta de eso Francisco, nuestro hijo menor,  que advirtió lo que le pasaba. La llevamos al veterinario y le inyectaron, le dieron pastillas, y la curaron. 


A partir de allí la fuimos llevando al veterinario (ya era mayor en 2016)  y nos empezaron a decir que tenía mal los análisis de los riñones y el hígado. Pero a la Negra se la veía bien, con todo.

Le gustaba salir a tomar sol, y quedarse ahí, en el sol, hasta que el sol desaparecía detrás de alguna construcción, y ahí se volvía para adentro.
Se dejaba agarrar y acunar,  le gustaba estar en brazos.  (no así la “Laucha” que era y es medio arisca).

Durante toda la pandemia estuvimos todos adentro de la casa, aguantándonos, y la Laucha y la Negra, con nosotros.

Llegando años 2022 y 2023 por ahí la veíamos muy delgadita. La llevamos al veterinario, la pesaron. Y vieron que pesaba… un kilo y medio. Había adelgazado muchísimo.
Aquí hay una foto de los últimos meses, al lado de la computadora. Muy delgadita. Pura cabeza, puro ojos. 

... Y al lado de la compu, su lugar preferido. 





Empezó a maullar sin ton ni son, a los gritos, por ejemplo, contra una pared,  o al pie de la escalera.  Al principio yo decía “está buscando sus hijos”. Pero la veterinaria me dijo que no, que  era como las viejitas seniles, que se pierden, que hablan cualquier cosa.  

De noche y de siesta, ya no nos dejaba dormir con eso de maullar a los gritos (por un rato) así que le asignamos un lugar adentro de un ropero en el garaje para que durmiera allí; y luego volviera al resto de la casa en las horas en que no dormíamos.  

Cuando estaba Francisco en la casa,  y la escuchaba maullar así (ya les digo, era un maullido como un grito) la iba a buscar,  y cuando lo veía, se calmaba.

En 2023 empezó a hacer pis y caca por todos lados. Le cambiábamos las piedritas y nada, no las usaba.  Había perdido la costumbre de hacer “en su lugar”. Además, nos explicó la vete que había perdido control de esfínteres.

Pero venía y se me ponía al lado,  y además, al lado de la computadora,  como para recibir el calorcito que expide la computadora.  Siempre estudiando conmigo. Para entonces lo que yo notaba es que cuando se sentaba, no lo hacía bien hasta el fondo de las patitas, era como si sentaba con las puntitas de las patas, no apoyaba la cola.




En esta ultima época se le había dado por comer sólo pollo. Intentamos darle otras cosas,  o bien un alimento balanceado bueno, y no había caso. Solo quería pedacitos de pollo. Otro vete que vino nos dijo que no era bueno, porque no equilibraba,  tendría que comer otras cosas. Pero no había caso.
Además se le había hecho como un grano grande debajo de la boca, tal vez eso le molestaba para comer. 

Lamento mucho que un mes antes que partiera yo me enojé mucho con ella porque me hizo pis en mi “salida de cama” que estaba en mi pieza.  Me enojé mucho y le hablé fuerte y luego como en castigo la aparté de mí dos o tres veces cuando estaba estudiando…   Luego volvimos a ser “re amigas”. Pero ahora me pesa y me da tristeza, ese episodio.

En la última semana, el jueves 29 de junio,  como la veía tan flaquita y que hacía frío, le compré un trajecito atigrado, que le quedaba muy bien y le dio calor. Cuando bajó la “Laucha”,  estaba muy extrañada de verla así, la quería tocar,  como que le daba desconfianza de si era ella o no, era muy gracioso ese momento.




El 3 de julio ella estaba estudiando conmigo;  yo la dejé que saliera un ratito al patio de adelante, a ver si hacía pis.  Y unos minutos después, ya no estaba.  Me desesperé mucho, hice publicaciones en Facebook y  avisé a los vecinos. Me preocupaba que era una gatita negra,  y se dice que hay gente dañina que hace mal a los gatos negros.

Sin embargo, como a las dos horas, apareció,  de pronto, en el mismo jardín. Nunca supimos dónde estuvo en ese tiempo. Y lo raro es que caminaba muy poquito, y despacito, como que tenía problemas en las patitas.

Entonces al día siguiente no comía y no tomaba agua. Era el 4 de julio.
La llevamos al veterinario, y ahí estuvo internada un día, la hidrataron, y comió un montón. Es más, la vete me decía, "vení a buscarla porque nos va a comer todo"…  Ahí ya era el 5 de julio.
Desde la veterinaria, nos habían mandado este pequeño video... 




 Cuando volvió a casa, por un par de días comió alimento  y todo.  

Estaba muy sucia porque en el lugarcito de la veterinaria se había tirado alimento y agua encima.   El 6 de julio la bañé en agua tibiecita y le gustó. Luego el pelo le quedó lindo, suave y brilloso, aunque tenía canas.

La veterinaria informó que en sus análisis salía que tenía muy muy altos todos los valores: 

“El hígado como siempre las enzimas altísimas , y la urea y creatinina altas ( falla renal) que después me acordé que en el análisis anterior ya le daba que tenía falla renal, por eso te había indicado alimento renal ,la verdad que me impresiona que con esos valores ,( que encima se siguen sosteniendo en el tiempo) este dentro de todo bien ella”


 
El viernes 7 se volvió a ir:   se había ido esta vez al fondo, a tomar sol. Eran como las 4 pm. Yo pasaba por ahí y la chequeaba. Luego, como a las 5.30 pasé por ahí y… no estaba.  ¿Cómo se había ido,  si el fondo es un lugar cerrado?    No sé cómo hizo, porque casi no trepaba. Pero evidentemente se trepó a un árbol y se fue.  

A la tarde empezó a hacer frío. Nos preocupamos muchísimo. Luego, a las 5 de la mañana, apareció maullando a los gritos en la ventana de adelante, por el techo al otro lado de la casa. La entramos y le dimos calor.

Es evidente que se quería ir la Negrita…. ¿Se sentiría mal?   ¿Es verdad que se quieren ir cuando ya se sienten que no dan mas?  Era la segunda vez que se quería ir…

El Sábado, se fue atrás de nuevo a tomar sol,  y luego de un rato mi esposo notó que no podía caminar como para volver, y él la trajo en brazos.

A la noche, se la veía mal, se quejaba como antes no se quejaba, es decir,  no a los gritos, sino con quejiditos, como quien dice “me duele, me duele”.  Me desesperaba mucho.  Estaba conmigo al lado, donde estudio, y había mucha luz. Se ve que la luz le molestaba. Se bajó a los tropezones y se fue, y se quejaba de lejos. Estaba arriba, en el pasillo de arriba, en un rincón, en lo oscuro.

Como a las 20 horas la tomé en brazos como un bebé, la bajé, y me puse a mirar televisión con ella. Yo sentía que podía llegar a ser su último momento. Y ella me miraba y me miraba todo el tiempo, no me despegaba la mirada. Y se iba poniendo blandita, blandita en mis brazos.  Me parecía que había que darle agua y entonces con mi hijo mayor le dimos agua con una jeringa. Tomó el agüita. 

La dejé un momento adentro de una caja  que le había preparado, para cenar.
Luego, la volví a ver,  y estaba que casi no se movía,  pero me hizo todavía un “miaaah”.

La llevé arriba, cerca de mi dormitorio.
Como a la 1 am fui a verla, la tomé en brazos, y me parece que aún me miraba.
A las 2 fui a verla de nuevo, y  ya sus ojos no me miraban.   Había partido al cielo de los gatos,  como a las 2 de la mañana.
Me pasé todo ese domingo 9 de Julio de 2023 llorando. La Negrita se fue, el día de la independencia, a los dieciocho años.

No puedo creer lo que la extraño.  Es algo insuperable, realmente. Nunca me pasó. 

Mi hijo Francisco me mandó este poema, desde Buenos Aires. El poema se lo había escrito en marzo de este mismo año, cuando se fue a estudiar allá, y sintió que tal vez no la volvería a ver:

Negra es la sombra que acostás cuando dormís en mi cama.
Negros son tus ojos,
negra es tu mirada,
y casi todos bigotes de tu cara.


Blanca es la cana que tenes en tu hocico,
igual de pálido que un futuro donde no recuerde tu maullido, 
tu apogeo,
tu melodía,
tu ronroneo.

Quisiera decir que tengo miedo que te vayas,
que quiero que vivas para siempre
y con razón.
Pero las cosas no viven eternamente.

No es mi lugar pedirte algún día,
o en alguna siesta en la que te acompañe mi amor,
que no te eches a dormir en las tinieblas
para despertar en un lugar mejor.

Es tu manto la noche y moteado de estrellas tu armazón;
que aunque tenga yo mil años
me vas a acompañar maullando por un lugarcito en mi corazón.

San Luis, Francisco Javier Costanzo, Marzo 2023. 

 
 
 
 

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