EDUCACION Y SOCIEDAD DE LA INFORMACION. RESUMEN DE LA MATERIA

Especialización en Docencia en Entornos Virtuales- Educación y Sociedad de la Información

Docente a Cargo: Alejandro Rodríguez Nosti



Primer consigna:

Guión provisorio para la preparación de una presentación audiovisual que incluya un resumen de los contenidos trabajados durante el curso, a modo de conclusión.



Educación y Sociedad de la Información.

El  título de esta materia  es “Educación  y Sociedad de la Información”. Sin embargo, lo que primero se nos plantea es el análisis semántico de la palabra “información”, y su relación con otros términos tales como “Conocimiento” o “ciencia.”

La información, el conocimiento y la Sociedad en red:

El autor Karsten Kruger escribió un documento llamado “El concepto de sociedad del conocimiento”  [1]  en el cual sostiene que

--la sociedad del presente y del futuro es la “Sociedad del conocimiento”. En el ámbito alemán se habló desde 1990 de “Sociedad del conocimiento” cuando en los ámbitos de habla hispana se ha hablado de “sociedad de la información”.

-Ya sea que se hable de sociedad del conocimiento como de la información, actualmente la atención ha cambiado hacia la idea de “sociedad red”, donde la información se encuentra en red en diversos ámbitos sociales y lingüísticos.


El autor Peter Drucker desde los años 50 también se refirió al tema y destacó que en la sociedad capitalista, lo que tiene valor ya no es tanto el dinero como el trabajo, sino el conocimiento.  El conocimiento ha sustituido al trabajo, al capital y a las materias primas, como fuente de productividad, y también de crecimiento y desigualdades sociales. [2]

Hay algunos “indicadores” de una sociedad de conocimiento:
--en lo económico, se observa que los bienes  y trabajo manual pierde importancia en favor del sector servicios (donde hay conocimiento).

--Esto es muy importante en lo referente a cuáles son las fuentes de trabajo disponible: no tanto trabajo “dependiente” en fábricas o explotaciones, sino servicios, trabajo en el sector servicios o bien trabajo autónomo de servicios.  

--Crecimiento de categorías profesionales  calificadas, en desmedro de las categorías profesionales menos cualificadas o sin profesión alguna.

--Creciente importancia de la educación, que queda reflejada en el nivel de educación más alto de la población.

El concepto actual de la ‘sociedad del conocimiento’ no está centrado en el progreso tecnológico, sino que lo considera como un factor del cambio social entre otros, como, por ejemplo, la expansión de la educación. Según este enfoque, el conocimiento será cada vez más la base de los procesos sociales en diversos ámbitos funcionales de las sociedades. Crece la importancia del conocimiento como recurso económico



Partiendo entonces de la idea de que nos encontramos inmersos en una Sociedad  de la información (en la versión anglosajona y latina) y que la misma se encuentra omnipresente en diversos medios de comunicación,  redes sociales,  y sobre todo presencia en las mentes de habitantes de todo el planeta, es que  se introduce sin dudas el concepto de “globalización”.

La Globalización:

La globalización  económica  implica que en los últimos años una parte de la actividad económica del mundo que aumenta en forma vertiginosa parece estar teniendo lugar entre personas que viven en países diferentes (en lugar de en el mismo país).  (Según el Banco Mundial).

Sin embargo, la globalización refiere no sólo a procesos económicos sino también sociales, culturales (ejemplificados por los significativos esfuerzos de convergencia y acreditación de currículas realizados por zonas geográficas muy vastas, como en el caso de Europa y conocido como “proceso de Boloña”) y políticos.

Un autor, Ulrich Beck (2004) diferencia entre “globalización” y “globalismo”, que sería la consagración fetichista de las fuerzas del mercado como escenario de regulación social en un mundo cada vez más interconectado en el que los flujos de comunicación, los flujos de datos y los flujos financieros operan en
tiempo real y sin fronteras.

El autor Armand Mattelart (1998) prefiere concebir como “comunicación-mundo” gran parte de los caracteres asignados en la literatura de los últimos 15 años a la globalización.

En cuanto a la tendencia a la interconexión a nivel mundial, Beck señala que hace  ya tiempo que el mundo está vinculado y que es difícil pensar en sociedades cerradas, aisladas.

La globalización dista de ser total en la producción y el comercio mundiales. Los países desarrollados protegen sus mercados en productos que consideran sensibles, como los agrícolas, textiles y el acero.

Existen, al mismo tiempo, severas restricciones a las migraciones internacionales de personas.

La globalización es, por lo tanto, selectiva y abarca las esferas en donde predominan los intereses de los países más avanzados


Es prácticamente total la globalización:

--en la esfera financiera: un mercado financiero de escala planetaria donde el dinero circula libremente y sin restricciones.

--en los flujos de comunicación y de las redes sociales.  En este aspecto, Mattelart habla de la “mundialización de la comunicación”

--En el impacto sociocultural que constituye una “Globalización cultural”. Las tecnologías de la información se convierten en el eje central del cambio sociocultural, potenciando el discurso tecnocentrista que mitifica a la tecnología digital en general, y al ciberespacio o internet en particular. Un discurso que posiciona a la sociedad actual en un proceso “evolutivo” que decantará en una sociedad avanzada, diferente a la actual. Esta creencia ubica al ciberespacio en un lugar privilegiado, un mundo artificial “desde el que construir nuevos modelos experienciales de comunicación e interacción humanas” como dice el autor Area Moreira.

Las industrias infocomunicacionales:

Desde la “sociedad de la Información” e “información en red”, pasando por la omnipresencia de la información como recurso (Globalización cultural y de producción) observamos la formación de las  industrias “infocomunicacionales”  que r designan un conjunto integrado por industrias culturales (audiovisuales –radio, televisión, cine–, fonográfica, editorial) y por industrias de telecomunicaciones y de redes informáticas.  Desempeñan un rol medular en los procesos productivos.

En Argentina solamente, las  industrias culturales (es decir, no todas las industrias  infocomunicacionales, sino sólo las audiovisuales, la fonográfica y la editorial) aportan casi el 3% del Producto Bruto Interno (PBI). La importancia económica del sector audiovisual (televisión abierta, televisión de pago, cinematografía, radiodifusión, video), de la industria gráfica (diarios, revistas, libros) y de la fonografía, es similar a la de la industria automotriz o a la textil.

En un principio este sector estaba asociado a la lectura, a la prensa (prensa diaria, libros periódicos).  Luego comenzó la propagación del cine, la radio y posteriormente la televisión.  Hacia la década del 1970  la TV  y el teléfono estaba presente en la mayoría de los hogares. Hacia fines de 1980 comienza la computación en el hogar.

Este sector deviene en las “industrias infocomunicacionales” las cuales tienen la potencialidad de uniformar o dirigir la información y se comienza a hablar de la “sociedad de masas”, concepto que inspira a sociólogos y a artistas por igual. 

Una corriente de pensamiento llamada “corriente de Frankfurt”  es altamente crítica con el ejercicio de hegemonía de las clases y países dominantes, que contribuyen a la cosificación del consumidor:  le hacen creer que piensa y tiene autonomía, pero lo sustituyen con conformismo .  (Adorno 1967).  El hecho cultural se hace masivo y se bastardiza en la medida que se hace industrial y se organiza para el mercado (Adorno y Horkheimer, 1988). 

La radio, la televisión, y luego las comunicaciones en internet,  crean la ilusión de individualidad, pero en realidad son una ilusión que se fabrica en serie como las cerraduras de marca Yale que se diferencian unas a otras sólo por milímetros. Es la industria cultural.

Adorno también dice que “lo que la industria cultural presenta como progreso, en realidad es el cambio exterior de la misma cosa”

Otro autor, Mattelart, critica la postura de Adorno y afirma que “el verdadero objeto de los análisis de Horkheimer y Adorno no es la industria cultural sino su producto supuesto: la cultura de masas”. La crítica a la industria cultural por parte de Adorno, Benjamin y Horkheimer les ha valido a su vez, la identificación de sus escritos con la vocación elitista de preservar a la “alta cultura” no mediada por tecnologías del asedio de la impureza masiva.

A  partir de la década de 1970, la carga negativa en la referencia sobre “industria cultural” comienza a invertirse a la vez que se va configurando un campo de estudios sobre las industrias culturales y,  de la información y la comunicación.

Se ve a la comunicación y a las redes desde una perspectiva positiva que subraya el potencial democratizador de la generalización de la cultura como bienes y servicios de amplio acceso.

Aquí tenemos otros autores, como los argentinos Heriberto Murazo, Hector Schmucler y Anibal Ford.

Un aporte importante, de la Universidad de Grenoble (Huet Ion Peron y otros) reconoce que en las empresas infocomunicacionales hay “hileras productivas” pero que las mismas pueden pertenecer a la categoría de “reproductoras”  (aparatos y terminales de recepción), “reproducibles” (películas, discos, diarios) y “semireproducibles” (producciones artesanales). En el proceso de realización de estos productos, destacaban los autores, se advertían diferencias básicas de funcionamiento.


El nuevo modo de desarrollo está más orientado, según Castells, a la innovación en procesos productivos (incorpora nuevas funciones en el equipo de producción; contribuye a una mayor complejidad y capacidad de control) que en nuevos productos. No obstante, en la década de 1980 aparecen o se consolidan en las
industrias culturales nuevas tecnologías que tienen por objeto el acceso y la distribución.

Dos tecnologías en particular constituyen una configuración material sustitutiva o alternativa a los productos ya existentes: el videocasette y el compact disc. El resto de tecnologías novedosas en este período, que reconfiguran la tradicional estructura de las industrias culturales e infocomunicacionales son: la televisión por cable, la televisión vía satélite (con antena parabólica doméstica o colectiva), la telefonía móvil y la conexión on line (Internet).

Divergencia o convergencia?

Surge una nueva corriente menos pesimista que habla de convergencia entre diferentes industrias culturales y entre éstas y las telecomunicaciones y la informática.

La convergencia lleva a la centralización de poder de empresas, concentración, entre las industrias culturales, las telecomunicaciones y el audiovisual:

-- AOL Time Warner.

--Grupo Clarín en la década de 1990

La convergencia sintetiza un ideal inicialmente tecnológico: gracias a la digitalización de toda secuencia de contenidos, la disposición de infraestructuras y soportes de distribución de dichos contenidos pueden servir tanto a los fines del mercado audiovisual como al de las telecomunicaciones o de las redes informáticas.

Ahora pasamos a nuestro siguiente tema:  

La Globalización y la democratización de la información:

Ocurre que la idea de una sociedad  de la información, y de una globalización de las ideas, la economía y las comunicaciones,  parecería llevarnos a una mayor “democratización” de la información,  y a una participación pluralista de las personas, de las culturas y de los pueblos.
Sin embargo, ello no deja de ser una asunción dogmática.   En cambio, se afirma que la globalización constituye una “paradoja”:  a mayor disposición de tecnologías y de fuentes informativas, muchas veces se observa menos pluralismo informativo o diversidad cultural.

Para comenzar,  observamos que tradicionalmente se ha vinculado el ejercicio democrático con la libertad den expresión y con el derecho a comunicar. Se trabaja en la idea de que toda persona tiene “Derecho a la comunicación”, y  que ello estaría reconocido en la Declaración de los Derechos Humanos de 1948, artículo 19, que expresa que “toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Sobre este punto de partida se edifica el ideal de la comunicación como derecho humano y, consecuentemente, la necesidad de que se garantice ese derecho mediante la garantía para la no censura, para la capacidad de investigar y de difundir y
recibir información y opinión para todos los habitantes.

Quiénes tienen este derecho a la “comunicación”?

--Existe una primera interpretación del derecho a la comunicación,  que se denomina “interpretación empresarista”, y que toma al “sujeto empresario”. Se dice que este derecho en realidad se aplica a los medios de prensa, por lo que limita su ámbito de acción. Es la etapa “empresarista” de los derechos de la comunicación. En esta sintonía, un editor de Wall Street Journal en 1908 dijo  (William Hamilton):

“Un diario es una empresa privada que no debe absolutamente nada a un público que no tiene sobre ella ningún derecho. La empresa, por tanto, no está afectada por ningún interés público. Es propiedad
exclusiva de su dueño, que vende un producto manufacturado por su cuenta y riesgo.”

--Una segunda etapa en la interpretación del derecho a la comunicación es la que abarca a los sujetos como “sujeto profesional”: aquí se menciona a los periodistas, que trabajan en empresas informativas, dedicando sus esfuerzos a la búsqueda y transmisión de la información.

--Una tercera etapa en la consideración del Derecho de la comunicación es la acepción del “sujeto universal” de este derecho, instituida a partir de mitad del siglo XX con la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948 y el Concilio Vaticano II, en la que se reconoce a todas las personas el derecho a investigar, recibir y difundir opiniones e informaciones.

A partir de aquí se considera a la comunidad en su conjunto como la que tiene derecho a exigir veracidad y responsabilidad a la hora de cumplir con su misión.[3]

Este Derecho de la comunidad a la información se encuentra también, según Damián Loreti, reflejado en otras normas internacionales, tales como la Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aprobada por la ONU el 16-12-1966, la Convención Europea de los Derechos del Hombre, aprobada por el Consejo de Europa el 4-11-1950, la Declaración de Derechos Civiles, Políticos y Culturales de Teherán (1973). En Argentina, sin embargo, es el Pacto de San José de Costa Rica (Convención Americana de Derechos Humanos), aprobado por Ley 23.054 en 1984,  y que integra nuestra constitución nacional conforme el art. 75 inc. 22 C.N.,  artículo 13, afirma que:

“[…] toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones y opiniones de toda índole, sin consideración de fronteras ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”.

De allí se derivan otros derechos:

--Derechos de quienes informan:
a) Derecho a no ser censurado en forma explícita o encubierta. B) Derecho a investigar informaciones u opiniones.  C) Derecho a difundir y publicar informaciones u opiniones. D)
Derecho a la indemnidad del mensaje o a no ser interferido. E) Derecho a acceder  y  a mantener en secreto las fuentes. F) derecho a la objeción de conciencia.

--Derechos de los sujetos que son informados:
a) Derecho a recibir informaciones y opiniones. B) Derecho a seleccionar los medios y la información a recibir. C) Derecho a ser informado verazmente  d) Derecho a preservar la honra y la intimidad.  E) Derecho a requerir la imposición de responsabilidades legales. F) Derecho a rectificación o respuesta.

Inmerso en esos derechos de quien informa y quien es informado, surge el principio del “pluralismo comunicacional”:

--Es obligación del Estado fortalecer el espacio público a través de la promoción de la diversidad de contenidos y de la pluralidad informativa

--Así lo propone la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, Conferencia General de la UNESCO de 2005, que se halla en proceso de aplicación en Europa y en otras regiones del mundo y que redimensiona la capacidad regulatoria de los Estados en el sector de la cultura industrializada.

Varios autores, entre ellos Guillermo Mastrini [4]   afirman que en America latina conviven gobiernos legítimamente elegidos en sistemas democráticos poco atentos a la intervención del Estado para garantizar el pluralismo y la diversidad:

--Hay una tendencia a unificar las líneas editoriales y reducir las voces.  

--Hay conflicto de intereses entre el propósito informativo y el entramado económico del grupo de comunicación concentrado. Los grupos periodísticos y de medios son tan grandes que no reconocen fronteras de actividad en el ámbito de la comunicación,  y abarcan muchos otros sectores económicos,
por lo que la información política y económica está tamizada de interés.

--Los grupos económicos infocomunicacionales buscan reducir costos laborales y administrativos, hay merma en la calidad del contenido y precarización del empleo. Se afecta producto y al usuario final.

--Se controla un número importante de canales de información por una misma entidad  y se excluye del mercado nuevos actores independientes o competidores más débiles.

--Los grupos de medios tienen gran influencia en el sistema político.


¿Qué medidas pueden tomarse para propender a un auténtico pluralismo?

Podemos observar lo que se lleva a cabo en otras latitudes:

Regulación para definir el otorgamiento de licencias de radiodifusión, que pueden alentar por ejemplo la rotación, o bien pueden privilegiar en algún mercado (como la radio) a los aspirantes que no posean
licencias en otros mercados (como la televisión). (Alemania, Suecia y Francia)
Definición de pautas que impidan la concentración de los mercados y audiencias (estableciendo topes del 30 al 35% de concentración de la audiencia en un mercado por un mismo operador) y que prohíban la concentración de la propiedad multimedia
Funcionamiento de autoridades de regulación independientes del poder político, con poderes de intervención, sanción y modificación del panorama de medios cuando corresponde.

Disposición de reglas claras en relación con la publicidad (qué contenidos publicitarios son válidos, cuáles son los límites de emisión según medio). Por ejemplo, la Comisión Europea, prevé que las películas que se transmiten no se interrumpan más de una vez por tramo de 35 minutos.
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Establecimiento de medidas para garantizar que los eventos de gran importancia para la sociedad no se emitan en exclusividad por ningún canal ni emisora en particular, permitiendo el libre acceso a su difusión.

“Derecho de réplica político”.
Disposición de subsidios a la prensa: mediante regulaciones claras que alientan la existencia de un segundo diario en localidades donde existía monopolio; que permiten editar diarios que abran sus páginas a grupos y tendencias diferentes a las mayoritarias; y que contribuyen a enriquecer un espacio público plural y diverso.

Establecimiento de ayudas para medios no comerciales y a producciones federales.

Hacia 2006 un informe llamado “La concentración mediática argentina: de eso no se habla” [5]  afirmaba que en el mundo infocomunicacional se ocultaba una trampa, la cual residía (y reside aún) en la circunstancia de que las industrias de la información y comunicación  tienen como objetivo final el lucro, lo cual condiciona el tipo de convivencia de la sociedad.  Este documento denunciaba también que se han acelerado los procesos de concentración de la propiedad y de centralización geográfica, que tuvieron un escenario soberbio de gestación en la década del 90, y  que “nada hace suponer que se detengan en el futuro”.

Se observó que históricamente se definía el pluralismo como la posibilidad de existencia de diversos medios y de expresión publica de diversas corrientes políticas. Pero ahora  el desafío va más allá y también debe asegurarse la multiplicidad de contenidos en los medios. Esta diversidad de propietarios y contenidos debe quedar reflejada en todos los niveles relevantes: el político,
el cultural y el lingüístico.

La ley de radiodifusión anterior, de la época del proceso militar,  establecía que las empresas periodísticas debían organizarse como sociedades comerciales. Es decir que tenían que tener un interés de lucro. Ello precisamente atenta contra la independencia de criterio de los medios.  La nueva ley de medios de 2005   27078 dispuso que las organizaciones no comerciales pueden acceder a licencias radiales y televisivas de baja potencia.  Sin embargo esta ley fue derogada por un DNU en Enero de 2015, decreto que fue reafirmado por el Congreso nacional.

En 2006 se produjo una nueva ola de fusiones y adquisiciones en los grupos de comunicación que pretenden en el futuro disputar el mercado a Clarín y Telefónica, los más consolidados. Ej: el grupo español Prisa (diario El País, cadena Ser, Canal+,
entre otros) que, en sociedad con Godó (editor del diario La Vanguardia de Barcelona), que gestionaron varias radios encabezadas por Continental; hubo cambios accionarios y directivos en el grupo América-La Red, que afectaron indirectamente al diario Ámbito Financiero; y la expansión de medios gráficos vinculados de modo orgánico al estamento gobernante en varias provincias del noroeste del país.

“La libertad de prensa no alcanza para realizar integralmente el principio, fundamental, de la libertad de expresión.
Los sujetos de los derechos de libertad de expresión no son los dueños y los editores de los medios, ni siquiera sus trabajadores: la titularidad de estos derechos comprende al conjunto de los habitantes. La mayoría de éstos son privados de acceder sin restricciones al derecho a producir, almacenar, editar y difundir informaciones y opiniones en un contexto de concentración con una lógica hipercomercial que guía el funcionamiento de las actividades de comunicación.” [6]

La libertad de prensa, que debe existir y es una condición necesaria, no es condición suficiente para la materialización del derecho que asiste al conjunto de la sociedad.

Hemos hablado hasta aquí del Derecho de la información desde el punto de vista de quien informa.
Ahora pasaremos a observar a quien “es informado”, o quien se enfrenta a un medio info tecnológico para recibir contenidos e información.
En este aspecto, toca hablar entonces de la llamada “Brecha digital”.

La Brecha digital:
En este tema cabe preguntarse cómo operan las diferencias sociales (de clase, de generación, de género, de grupos étnicos, etc.) y personales (nivel educativo alcanzado, composición de núcleo familiar, entre ellas) en el acceso a las tecnologías infocomunicacionales convergentes   y si es posible discriminar el impacto de estas tecnologías en distintas zonas geográficas, tanto al interior de los países como en la relación entre ellos,
en un contexto de aceleración de la tendencia global del sistema capitalista.

En realidad, sólo la radio y la televisión lograron un acceso casi universal de la población,  llegando a cada hogar con una programación  que ha sido en su momento y hasta fin de s. XX generalista, uniforme, estable y gratuita  o bien muy accesible.

Sin embargo, actualmente se discriminan los contenidos y servicios en función de criterios que suelen ser la capacidad de pago (principalmente), la pertenencia corporativa o la promoción de determinados
contenidos.

La  ‘brecha digital’ crea diversas formas de acceso desigual, a través de los mecanismos de exclusión social, explotación y control.

Hay una brecha digital entre países desarrollados y no desarrollados, la cual crece constantemente.  Y dentro de la misma sociedad hay una división entre los que tienen y no acceso a computadoras e internet.

Por otra parte, es uno el acceso físico o material a las computadoras,  la habilidad para manejarlas,  el interés y motivación para hacerlo,  y por último el uso mismo.

A ello se suma el carácter dinámico y no estático de las tecnologías infocomunicacionales. Las tecnologías son caras, pero a su vez  su vida útil es muy efímera. No hay estabilidad o perdurabilidad en los bienes infocomunicacionales y domésticos: los bienes y tecnologías son dispuestos en función de la gratificación que proporciona un consumismo instantáneo y perpetuo.Esos servicios infocomunicacionales sólo pueden ser utilizados por máquinas con memoria y potencia actualizadas
constantemente, y eso  motiva la necesidad de que se renueven constantemente computadoras y
otros artefactos tecnológicos como los celulares smartphone.

La brecha digital tampoco es muy clara o dicotómica (no hay “excluidos y desertores” totales).  Hay estudios que observan que todos han tenido algún tipo de contacto con Internet, aún cuando no tengan acceso total o parcial. Otros son  usuarios intermitentes o usuarios “desertores”.

En materia de Internet prima una orientación libremercadista y privatista. No existe la idea de que el servicio de Internet es un servicio público.  En el año 2000 se celebró la “Cumbre del milenio “ de ONU  y allí se declaró el compromiso de “convertir la brecha digital en una oportunidad digital para todos,
especialmente aquellos que corren el peligro de quedar rezagados y aún más
marginados” (CMSI, 2004a: 2).  Entre los objetivos: la extensión de la conectividad de aldeas,
comunidades, instituciones educativas y organismos públicos (bibliotecas, hospitales, museos, archivos, gobiernos locales y regionales, etc.). También “asegurar que el acceso a las TIC esté al alcance de más de la mitad de los habitantes del planeta”. Otros objetivos incluyen el “asegurar que todos los habitantes del mundo tengan acceso a servicios de televisión y radio” y el “fomentar el desarrollo de contenidos e implementar condiciones técnicas que faciliten la presencia y utilización de todos los idiomas del mundo en Internet” (CMSI, 2004b).

El autor Nestor Garcia Canclini afirma que “las brechas no son centralmente digitales” y que existe un impacto desigual de la reestructuración capitalista posibilitada por la diseminación de las tecnologías infocomunicacionales convergentes. [7]

Es innegable que la brecha digital genera desigualdades en productividad e ingresos laborales, en opciones de movilidad ocupacional, acceso a mercados, voz y voto en política. Quien no está conectado -afirma Hopenhayn- estará excluido de manera cada vez más intensa y diversa. La brecha agudiza los contrastes entre regiones, países y grupos sociales. Países menos digitalizados se van recluyendo en el patio trasero de la globalización en términos de intercambio comercial, valor agregado a la producción, presencia cultural, protagonismo político, crecimiento económico y, por todo lo anterior, bienestar social. Contrariamente, cuanto más se reduce la brecha, más se avanza en la integración social, democracia comunicacional e igualdad de oportunidades productivas, tanto en como entre países” [8]

“Nueve de cada 10 adolescentes del barrio Carlos Mugica no tienen tiempo para leer mirar TV o usar la computadora y eso afecta su relación con la tecnología. … Los chicos quieren aprender y crear con tecnología, y es responsabilidad del Estado y las empresas generar la inclusión social. La pobre utilización de Internet en sectores populares es, en el siglo XXI, la nueva forma de exclusión.” [9]

 Ahora bien, si un joven o un adulto en Argentina logra superar la brecha digital y acceder a los medios tecnológicos, a una buena provisión de internet,   la pregunta es: ¿ qué posibilidades de Educación (educación media o superior) se ven mejoradas, posibilidades  o favorecidas mediante los entornos virtuales?  ¿En qué estado se encuentra la Educación mediante entornos virtuales en Argentina?

En primer lugar,  el acceso a internet y a los entornos virtuales implica pararse sobre la idea de la “Ubicuidad” y la Educación sin ataduras de espacio y tiempo.

La ubicuidad en la educación a distancia y educación en entornos virtuales:

El autor Nicholas Burbules llega a analizar los diferentes tipos de “ubicuidad”, es decir, la posibilidad de estar en varios lados a la vez:

--Existe el tipo de Aprendizaje en cualquier lugar y en cualquier momento. Actualmente ello es posible con las apps:  el alumno puede llevar el aula en el teléfono. En la medida que tenga wifi o  “datos” disponibles, podrá estudiar en el tren, el subterraneo,  en su casa, en un bar, etc.   Y podrá hacerlo cualquier día de la semana y a cualquier hora.

--Burbules analiza también como forma de “ubicuidad”, la “educación a distancia, o de los programas online”           y así nos habla de “aulas asincrónicas” que permiten adaptarse a las agendas personales y estudiar en los propios horarios.

--Ubicuidad implica también facilitar la educación no formal,  y que se confunda la educación formal con la no formal, ya que no concurrir al aula no es una restricción en canto a dónde y cómo aprender.

A partir de este concepto de “ubicuidad” de la información, la cultura, la comunicación y por último la Educacion,    cabe observar  cómo se ha dado en nuestro país la difusión de la Educación a distancia, media, terciaria y universitaria.

El sistema educativo en entornos virtuales. El modelo de la U.N.Quilmes:

Se ha dicho que recién a fines de la década pasada las universidades presenciales comienzan a incursionar en la educación a distancia aplicando las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (ICT).

La Universidad Nacional de Quilmes forma parte del selecto grupo de universidades estatales y que tiene la experiencia de mayor desarrollo relativo en el país.

Según un estudio, la tasa de matriculación universitaria de la población Argentina con estudios secundarios completos en edades entre 18 y 24 años es del 40%, una de las más altas del mundo, y eso debido al carácter abierto (ingreso irrestricto) de la universidad pública argentina que contiene al 85% de los estudiantes universitarios.

A partir de 1992 y especialmente luego de la promulgación de la Ley de Educación Superior (LES) en 1995, se desreguló el sector eliminándose las barreras a la iniciativa privada en el sector universitario.

Actualmente funcionan 36 universidades estatales y 42 universidades privadas que en su mayoría son de reciente creación y funcionan bajo un régimen de autorización previa, sujetas a las evaluación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU).

El sistema universitario argentino hegemonizado por las universidades estatales responde a un modelo napoleónico en el cual no hay restricciones al ingreso, egresan sólo un reducido porcentaje en relación a los alumnos que ingresan; los alumnos estudian durante un tiempo mucho más extendido que el planeado y además un elevado porcentaje de los alumnos trabaja simultáneamente al cursado de sus Estudios.

La emergencia de las TIC    E ICT y las oportunidades que estas brindan para la educación virtual abren un espacio nuevo que contribuirá a reestructurar el sistema universitario.

El mercado argentino de Internet crece a tasas geométricas y se estima que Mes a mes crecen las horas promedio de uso, la frecuencia de conexión y el consumo telefónico. [10] También se viene registrando un descenso gradual en las tarifas de conectividad, que hoy son del orden  de los 14 a 15 dólares mensuales.

En conclusión, el desarrollo de las telecomunicaciones ha posibilitado el desarrollo de la tele-enseñanza, entendiendo por tal el uso de las nuevas ICT, como videoconferencia (VC) y Campus virtuales.

La universidad privada Católica de Salta fue pionera en el uso del e-learning mediante el uso del e-mail y guías de estudio en soporte papel. Hoy continúa siendo la universidad con mayor número de alumnos (más de 2.000), conjuntamente con la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). La UNQ es el caso más desarrollado, en términos tecnológicos y crecimiento anual.  [11]

En el caso de la Universidad Nacional de Quilmes, en 1998 sus autoridades  decidieron incorporar un programa de educación no presencial. Se inició una relación asociativa con la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) que había sido creada por la comunidad autónoma de Catalunya en 1995 como universidad exclusivamente virtual. La relación entre ambas universidades cristalizó en un convenio interinstitucional de cooperación mediante el cual la UOC transfiere el know how pedagógico en entorno virtual y el sistema informático del Campus Virtual (frontend), incluyendo un contrato de licencia de uso del software, de transmisión de know how y asistencia técnica
.
A fines de 1998 fue creado el Programa Virtual de la UNQ bajo la denominación de Universidad Virtual de Quilmes (UVQ). Esta pese a su nombre no es otra universidad, sino un Programa especial de la UNQ. Sin embargo tiene una organización diferenciada, ad hoc, bajo la órbita del Rectorado.

“El modelo pedagógico de la UVQ responde al enfoque psicopedagógico contructivista de la enseñanza
y el aprendizaje…. El Campus Virtual es un programa lógico-integral y es un escenario de recreación de todas la condiciones, espacios y procedimientos que componen los procesos de enseñanza y aprendizaje en una universidad. Es un espacio complejo en el que se encuentran rediseñados para un entorno virtual todos los espacios y servicios de un Campus universitario…  La UVQ es esencialmente una universidad de alumnos y no de profesores. Son los alumnos los que construyen sus propios saberes y aprendizajes a partir de la orientación de los profesores-consultores que guían el trabajo con base en los materiales didácticos (carpetas de trabajo por asignatura y bibliografía digitalizada). “ [12]

“Cada clase virtual se desarrolla a lo largo de una semana que inicia el día jueves; los profesores consultores en la primera semana de clases envían una presentación general, el plan de trabajo y semanalmente las orientaciones para el trabajo semanal (“clase virtual”). Los alumnos “bajan” la clase en los horarios de su conveniencia –modelo asincrónico- y realizan el proceso de aprendizaje en forma individual, en consulta con el profesor-consultor, quien tiene la obligación de responder todas las consultas de los alumnos en n plazo no mayor a las 48 horas (el promedio de respuestas es de 24 horas), integrando grupos de estudio con compañeros de clase y realizando tareas colectivas. En promedio los alumnos “navegan” entre 4 y 8 horas semanales en el Campus Virtual; los fines de semana se observa la mayor presencia de actores en el Campus y es posible encontrar alumnos y profesores-consultores trabajando bien entrada la noche (comparable al estudio nocturno que es práctica en los estudiantes universitarios argentinos).”  [13]

En la actualidad, el incremento de usuarios de Internet y la introducción de comunicaciones de banda ancha posibilitan  ampliar las prestaciones del Campus Virtual, introduciendo imagen y sonido, videos comprimidos, hipertextos, en el marco de un modelo pedagógico basado en lo asincrónico: una universidad sin horarios y sin distancias.

El futuro estará basado en la cooperación, en plataformas de Campus Virtual dotadas de facilidades multicampus integradas, de modo que permitan a estudiantes de distintas universidades compartir aulas virtuales visualizando en sus monitores el campus de la universidad en la que estudia.

Es posible que la telenseñanza universitaria contribuya a reformar los problemas estructurales del sistema universitario argentino. Sería deseable que el modelo presencial masivo migre al entorno virtual, en especial en carreras factibles de virtualizar como son las de ciencias humanísticas.





[1] Kruger Karsten, El concepto de la 'Sociedad del Conocimiento' disponible en
http://www.ub.edu/geocrit/b3w-683.htm  de la Revista bibliográfica de Geografía y Ciencias sociales, Universidad de Barcelona, ISSN: 1138-9796.Vol. XI, nº 683, 25 de octubre de 2006

[2] Drucker, Peter, La Era de las Transformaciones sociales, The Atlantic Monthly, Volume 273, Number 11, Boston, 1994.
[3][3] LORETI, Damián (1995), El Derecho a la Información. Relación entre medios, público y periodistas, Paidós, Buenos Aires, p. 246

[4] Mastrini, Guillermo, Periodistas y magnates: estructura y concentración de las industrias culturales en América Latina, consultado el 7-12-17, disponible enteramente en:
file:///C:/Users/USUARIO/Desktop/periodistas-y-magnates-em-espanhol.pdf
[5] Becerra Martin y Mastrini Guillermo, La concentración mediatica argentina: de eso no se habla,  consultado el 7-12-2017, disponible en file:///C:/Users/USUARIO/Desktop/ESI%20ultima%20unidad/Debate-La-concentracion-mediatica-argentina.pdf     

[6] [6] Becerra Martin y Mastrini Guillermo, op cit.     


[7] Garcia Canclini Nestor, Diferentes, desiguales y desconectados (2004) Gedisa. Barcelona cons el 7-12-17. Disponible en

[8] Garcia Canclini Nestor, op cit, p. 189
[9] Pagina 12, La brecha digital en los adolescentes, artículo del 29-3-17 , cons 7-12-17. Disponible en: 
https://www.pagina12.com.ar/28462-la-brecha-digital-en-los-adolescentes
[10] Prince & Cooke (2000), “Estudio del usuario de Internet y comercio electrónico”, Buenos Aires, julio
2000.
[11] Portada Monografico Contactar,  Número uno. Setiembre/ Dic 2001,  Educación por Internet en Argentina: El caso de la Universidad Nacional Quilmes, por Juan Carlos Del Bello.

[12] Portada Monografico contactar, Número uno. Set/ Dic 2001, op cit.
[13] Portada Monografico contactar op cit.

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